Final de un modelo agotado
Natalia Díaz [email protected] | Jueves 25 marzo, 2021
Es de imperiosa necesidad que en febrero de 2022, enterremos el desgastado paradigma de un Estado cuyo objetivo sea solo resolvernos todas nuestras desventuras y adversidades personales que aparecen en el cotidiano vivir y conducirnos, como lo hace hoy, por las sendas de la centralización y conducción solapada de la economía nacional.
Nos hemos acostumbrado a un paternalismo excesivo, alrededor del cual han nacido más de 330 entidades públicas en los últimos decenios, que regulan o dan servicios, a veces ineficientes, a todas nuestras actividades personales y emprendimientos. Ese entramado institucional frondoso se ha vuelto, financieramente hablando, insostenible desde cualquier arista que lo enfoquemos.
Este engranaje público enorme, es la causa del histórico y creciente déficit en la administración del Estado y, por más paquetes de impuestos que se han aprobado, ha sido una misión imposible reducirlo a dígitos manejables dentro del sistema actual.
Según el informe "Paying Taxes 2020" (Pagando Impuestos) del Banco Mundial, Costa Rica tiene una de las cargas tributarias más altas del mundo, a nivel empresarial: 58.3%. El promedio mundial es de 40.5%; Suecia 49.1%, EE.UU. 36.6%, Suiza 28.8% y Canadá 24.5%. El informe mide el total de impuestos (no solo renta sino también cargas sociales, dividendos, etc.) sobre las ganancias empresariales.
Solo hemos pensado en crear organismos reguladores, superintendencias, consejos descentralizados, feudos administrativos que estrangulan a quien produce y legislación abusiva en materia de restricciones, sanciones, penalizaciones, multas, requisitos sin sentido y todo tipo de leyes que cercenan libertades individuales, y que obligan a los ciudadanos a pagar tributos cada vez más pesados, reduciendo la capacidad de ahorro y de inversión personal.
Debemos poner un ALTO a este modelo restrictivo que nos agobia cada día más, y dar paso a nuevas ideas para gobernar el país.
Requerimos caras frescas con ideas innovadoras, concepciones gerenciales modernas, reducir tributos para que el ciudadano pueda acumular capital propio mediante el ahorro y la inversión, incentivos no monetarios para estimular la producción y el crecimiento económico: eliminar requisitos y trabas que frenan los emprendimientos y ahogan las pequeñas y medianas empresas; fuente de empleo permanente en el parque productivo del país.
Toda acción que se emprenda para reactivar la economía, no puede ignorar la cuarta revolución industrial, la digitalización que debe impulsarse, pero sobre todo la inteligencia artificial y su impacto en el empleo.
Pero nada de esto puede ser posible, si continuamos votando por el paradigma del gigantismo estatal, las regulaciones excesivas, más y mayores cargas tributarias, y toda esa maraña anti empresarial que se ha acentuada en los últimos años.
En febrero del 2022 tendremos la oportunidad de imprimirle un giro fuerte a este círculo vicioso asfixiante, eligiendo una alternativa diferente que rompa el “statu quo” tradicional en el manejo de la cosa pública.
Elijamos sin temores el cambio del modelo tradicional de los últimos 70 años. Tenemos la oportunidad de hacerlo y es mandatorio realizarlo. No dejemos pasar esta oportunidad que se nos presenta.
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