Hay que concesionar el Estadio Nacional
Carlos Denton [email protected] | Miércoles 13 octubre, 2010
Hay que concesionar el Estadio Nacional
Butacas destruidas, paredes llenas de grafiti, baños sucios e inoperantes, total ausencia de papel higiénico, zacate quemado, desechos de comida, cucarachas y ratas bajo los pies de los espectadores, bombillos quemados; esto es lo que podría ser el Estadio Nacional si el Ministerio de Deportes lo administra. Quienes no crean que será así, deberían visitar la piscina María del Milagro París en La Sabana, el mismo parque que alberga el nuevo Estadio.
Por “falta de presupuesto” y por negligencia de ese Ministerio se ha permitido a esa piscina colapsar. Ni me atrevo a preguntar ¿qué estaba haciendo la Contraloría General de la República que está ubicada directamente enfrente de esa facilidad acuática? Desde la ventana de la oficina de la contralora se pudo ver a los niños aprendiendo a nadar o, en meses recientes, la total ausencia de usuarios.
¿Por qué deberíamos creer que sería diferente la situación con el Estadio nuevo? Mi opinión es que hay que concesionarlo desde el día que lo abran, para que se preserve y deje utilidades y no pérdidas al gobierno.
Creo que todos estamos de acuerdo en que el proceso de la reconstrucción del Aeropuerto Juan Santamaría dentro del régimen concesionario ha sido sumamente deficiente. Pero la operación de la terminal es otra cosa. Pisos y alfombras limpias, baños iluminados, aseados, dotados de papel higiénico y jabón, basureros en puntos estratégicos que se limpian varias veces al día, sillas en las salas de espera cómodas y en perfecto estado, ascensores y escaleras eléctricas que funcionan, personal de seguridad velando por los usuarios, y hasta música en vivo se ofrece. Mejor aún, deja utilidades al Estado.
Cuando los gobiernos del futuro confeccionen sus presupuestos, hay algo que se puede tener como un principio permanente y seguro en lo que serían los procesos ,y es que no habrá recursos suficientes para cubrir todas las necesidades. El proceso presupuestario implica la evaluación de las peticiones de las distintas instituciones y la asignación de recursos según la importancia de sus programas. Cuando los jerarcas tengan que decidir si asignan recursos para reparar pupitres en las escuelas primarias, o para arreglar butacas en el Estadio, ¿qué decidirán? ¿Qué prioridad darán a la compra de papel higiénico para los baños del Estadio, cuando urgentemente se necesita comprar vehículos nuevos para el transporte de los ministros?
Sería más lógico, entonces, poner el Estadio en manos de una empresa que se comprometa a mantener la planta física; organizar y promover actividades que generaran, a través del pago de entradas y de patrocinios, recursos suficientes para cubrir gastos y dotar al Estado costarricense con dineros para cubrir otras necesidades como la reparación de la piscina María del Milagro París.
Como siempre, se oirán voces contrarias si se intenta concesionar el Estadio, pero estas nunca se presentan para ayudar cuando hay falta de recursos, o se dedican a criticar a los jerarcas que no pudieron mantener alas facilidades a su cargo por la manera en que opera el sistema presupuestario.
Todos los que han gobernado en Costa Rica saben que “los perros siempre ladran,” y a veces con razón, pero en el caso del Estadio Nacional habría que ignorarlos. Si no, pronto ese valioso edificio donado por los chinos estará en ruinas.
Carlos Denton
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