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Viernes, 10 de enero de 2025



FORO DE LECTORES


Mi subjetividad ante los graves problemas nacionales

Alberto Salom Echeverría [email protected] | Viernes 10 enero, 2025


AS


Alberto Salom Echeverría.

[email protected]

Introducción

En el segundo semestre del año recién pasado, suspendí momentáneamente los artículos de análisis politológico, para emprender un experimento, en el que muchos de mis buenos lectores y amigos me siguieron. Como algunos podrán recordar me di a la tarea de escribir semanalmente relatos novelados. Al final de noviembre, anuncié por este mismo medio que dejaba inconcluso el relato provisionalmente denominado: “Los estudiantes y el aspirante a dictador”.

Hoy vuelvo a los estudios de opinión, con el ánimo de “echar mi cuarto de espadas” en el debate público que se da en torno a la compleja realidad internacional y nacional.

Me propongo incursionar en el análisis de una manera un tanto particular: quiero evidenciar lo que comúnmente se omite en el examen de los asuntos desde la perspectiva científica; pondré en evidencia mis dolores e inconformidades ante los problemas más álgidos, procurando no distraer a ustedes del eje argumentativo principal. Sin embargo, estimo importante que además del análisis en el que procuramos objetividad, seamos capaces de externar y compartir también nuestros sentires y subjetividades, valga decir aquello que más nos aflige y duele.

El entorno de los problemas económicos, socio políticos y culturales del país.

Lo que SIENTO y pienso.

Un anhelo muy básico y fuerte que anida en mi corazón, casi desde que me comenzaron a interesar los problemas políticos y sociales, cuando estaba en la secundaria, consiste en desear que al país donde vivo y que amo le vaya bien en la gestión gubernamental y pública en general; aunque el presidente y el equipo que la ciudadanía haya escogido para desempeñarse no sea el de mi preferencia. He deseado siempre, que el país crezca, que haya distribución de la riqueza, que haya empleo de calidad, que haya estabilidad en la macroeconomía, que la inflación este controlada, que se tenga un tipo de cambio estable y que la mayoría de los personeros del gobierno y del resto de los poderes públicos sean honestos, o al menos que estén bien controlados por las instituciones que les compete, para que no se desate la corrupción. Es decir que el país tenga equilibrio de poderes. Además, siempre he deseado que exista una prensa que dé cabida en sus páginas a quien no comparta su línea editorial, que no tenga miedo en denunciar lo que esté mal y a quien no cumpla con probidad su función.

No obstante, conforme he madurado y he adquirido conocimientos más sólidos, sumados a la experiencia acumulada, muchas veces me ha correspondido, desde la sociedad civil o como político, combatir con ahínco a un gobierno o a determinados personeros de éste, en el instante en que me he dado cuenta, estudiando los datos o mediante la observación, que se han comenzado a cometer errores en la gestión pública que nos pueden costar caro como país. Desde luego, según mi opinión. Lamentablemente, contabilizo que la mayor parte de las veces, he debido ser crítico en la política.

En muchas ocasiones, he albergado serias preocupaciones sobre un presidente y su administración en conjunto, con solo leer su programa de gobierno, o cuando he conocido la trayectoria del líder y de muchos personeros de su equipo; tanto porque he estado informado de antecedentes de estas personas en la vida pública que no auguran nada bueno para el país, como porque, en otras ocasiones he observado que carecen de la experiencia necesaria en la función gubernamental.

Con la actual administración que encabeza Rodrigo Chaves, desde el inicio tuve temores de que, ni el presidente, ni el equipo que nombró para que lo acompañara en la gestión, tenían las credenciales para asumir las riendas del Estado desde el poder ejecutivo. Me pareció que se trataba de un grupo demasiado heterogéneo y, sumado a lo anterior, no contaba con un programa sólido. El presidente Chaves me lucía desde el arranque demasiado prepotente frente a su equipo y, de cara a las fuerzas de oposición, o ante personeros de otros poderes del estado y, con respecto a la prensa; aunque hacía gala de cierta capacidad para comunicarse especialmente, con sectores sociales de bajo nivel cultural, que en general están poseídos de un gran rencor contra partidos políticos que han ejercido el gobierno con anterioridad. He sentido que había cierta razón en ellos, porque ha habido una incapacidad para resolver la tendencia a la desigualdad social, y en ocasiones también se ha visto pasividad ante los problemas de la pobreza y “socarle la tuerca a los de arriba”. Pero, Chaves y su equipo, en su accionar no han sido capaces de ofrecer nada sólido, sino solo discursos rimbombantes que atizan el fuego de la discordia y la polarización social.

En lo personal, desde antes de ser electo el presidente Chaves y sus vicepresidentes, cuando se iba a producir el balotaje o segunda ronda electoral, redacté un documento que distribuí en mis redes sociales, advirtiendo acerca de las debilidades que tempranamente observé en Chaves y el partido político que representaba en ese momento. No fue suficiente. Chaves resultó electo presidente por una mayoría importante de costarricenses y eso se respeta cuando hay elecciones limpias como en nuestro país. Muchos de los que emitieron su voto por Chaves, hoy están decepcionados, aún cuando el presidente conserva todavía ascendiente en algunos otros sectores que han resultado atraídos por su discurso populista.

En varios aspectos, Chaves resultó tener más defectos y más graves que los que yo había conseguido observar tanto en su gestión como ministro de hacienda, así como en su desenvolvimiento en la campaña electoral. Probablemente porque vive lleno de temor en su interior, Chaves se torna fácilmente en un hombre agresivo cuando se le critica, es muy vulnerable a la crítica. Cuando se siente acorralado o se equivoca, miente. Ofreceré ejemplos.

Lo que siento en mi interior es compasión y pena por él, lo conceptúo bastante incapaz de afrontar o asumir sus errores, ya sea porque no los ve, o porque los ve, pero no los quiere asumir.

Lo que PIENSO y siento.

La realidad socioeconómica política y cultural del país es muy compleja, para ser desentrañada por un hombre que, según lo miro, carece de capacidad para verla con objetividad, o para poder separar “el buen grano de la paja”, desentrañando las cuestiones esenciales de los asuntos secundarios o menos importantes.

Por ejemplo, los datos muestran que en lo macro, se observa cierta estabilidad y crecimiento de la economía, pero cuando penetramos de manera más pausada y atenta, resulta claro que el crecimiento (2% del PIB en el 2024 y se vaticina que será de un 4% en este 2025), se produce a expensas solamente de un pequeño sector, el de zonas francas que, además de estar exoneradas de varios impuestos (tributos aduaneros, el IVA y el arancel, impuesto sobre la renta, el de patentes, el impuesto sobre la construcción y sobre los activos o patrimonio), no genera tantos encadenamientos productivos como aquellos que tienen su raíz en suelo nacional y la mayor parte del valor agregado se produce en Costa Rica. En consecuencia, los datos que muestran ese crecimiento, si no se interpretan correctamente, ocultan la realidad; a la postre no hay tal crecimiento de la economía, o no lo hay con justicia distributiva. (Cfr. Editorial. La Nación. 24.12.2024)

Algo similar ocurre con el desempleo. Los datos apuntan a que el mismo ha sido uno de los más bajos históricamente, pero, si lo vemos bien ocurre que la mayoría del empleo se produjo en la informalidad (138.000 empleos), en tanto que, en el sector formal de trabajadores, que están inscritos en la CCSS, el indicador muestra un aumento de solo 12.000 personas en el último año. O sea, solamente la minoría adquirió empleos de calidad. (Ibidem)

Duro y doloroso es aceptar esta realidad. Por un lado, la farsa de hacer aparecer un dislate, como si fuera la verdad y que Chaves, que se graduó como economista haya lanzado “las campanas al vuelo” para celebrar, según él, un “triunfo” sin igual de su gobierno, sabiendo que se trata de un disfraz, una vulgar mentira. Pero, por otra parte, pensar en tantos trabajadores en los empleos informales, me produce desazón. Significa que carecen de acceso al crédito y han perdido el derecho a la seguridad social; a muchas de estas familias no les ha quedado más remedio que endeudarse como única forma de costear el consumo de los hogares, así como un largo etcétera que evidencia decadencia social.

Los datos, sí amigos, hay que interpretarlos correctamente so pena de perder transparencia y veracidad en un país como Costa Rica, que siempre se caracterizó por llevar una estadística rigurosa y clara de sus cuentas, lo que ha permitido transparencia. Aquí siempre ha resultado fácil advertir, gracias a la información veraz, el terreno que estamos pisando; hoy, por el contrario, se desfigura la realidad y, el gobierno, burlándose de la verdad, blande los datos mal digeridos y, deliberadamente enarbola jubiloso una información falseada; no solamente pretendiendo engañar a los trabajadores y gentes sencillas, sino tratando de engañarse a sí mismo. Si no somos capaces de rescatar mediante una correcta interpretación de la información la transparencia y veracidad de los hechos, este país que ya se ha convertido en una democracia frágil, terminará desfigurándose ante el mundo.

Mientras tanto, el narcotráfico, como nunca, hace lo suyo, formando pandillas, reclutando jóvenes de zonas rurales empobrecidas, lo mismo que de precarios urbanos. Unos y otros, tras haber desertado del sistema educativo, se enrolan en esas pandillas poniendo en riesgo su propia vida. En efecto, muchos de estos jóvenes y hasta niños de ambos sexos en zonas rurales y precarios urbanos han incursionado en el narcotráfico, como única forma de “ganarse” el sustento diario; flagelo este del narcotráfico que ha proliferado más que nunca en nuestro país, contribuyendo a crear la inseguridad ciudadana que se vive.

Otro grave error de este gobierno ha consistido en haber intentado reiteradamente violentar la división de poderes, que en general casi siempre se ha respetado en Costa Rica. Para Chaves no. No hay respeto al Poder Legislativo, ni al Poder Judicial, ni a la Contraloría General; tampoco a la Fiscalía. Pregunto ¿Serán los pasos de un aspirante a dictador? No lo permitiremos.

Igualmente se incurrirá en otra mentira ante el mundo, si consentimos que este gobierno acometa la tropelía de autorizar la exploración y explotación de nuestro suelo, por parte de alguna compañía multinacional buscando gas natural y petróleo, con la absurda pretensión de que ello sirva para salvarnos de la pobreza. Eso únicamente redundará en el peor latrocinio, una estafa contra la humanidad que, a duras penas, está abocada a combatir el calentamiento global y el cambio climático. Esa burda estrategia permitirá en el hipotético caso de que se encuentren esos recursos naturales dentro de varios años, quizás lustros, que los petrodólares fluyan a los bolsillos de la o las empresas multinacionales, dejando muy pocos réditos a nuestro país y el suelo y subsuelo patrio destrozado. Entonces, reitero habremos perdido siempre nuestra marca país de ser una economía verde; una marca, adquirida a mucho costo, por parte de nuestra nación que ha buscado limpiamente hacer la transición de una economía parcialmente sustentada en los hidrocarburos a otra, sustentable con la naturaleza, una economía limpia. Eso también lo ha puesto en riesgo el actual gobierno, mediante burdas mentiras y maniobras de Rodrigo Chaves.

En medio de este clima de desasosiego e incertidumbre, se presenta uno de los peores síntomas de una sociedad que comienza a “hacer aguas”, se trata del supino debilitamiento de todo el sistema de educación pública, desde la etapa preescolar, pasando por la primaria hasta llegar a la secundaria. Sin que eso signifique que la educación a nivel universitario esté exenta de problemas, muchos derivados de la política de este gobierno de incumplir la Constitución sustrayéndole a la educación los recursos a los que está obligado por ley constitucional. Otro tanto ocurre con el sistema de salud pública y la Caja Costarricense del Seguro Social.

Por otra parte, en el campo de la cultura, la presente administración hizo descender aún más el presupuesto público destinado a atender las necesidades del sector, de un 0.86% a 0.3%. El ministro de hacienda y el presidente Chaves, alegan algo que suena irrebatible: a pesar del bajo presupuesto otorgado en el 2023, que fue en términos absolutos de 22.437.75 millones de colones, solamente se ejecutaron 18.857.29 millones de colones. Como resulta obvio, representa una subejecución de casi un 16%. Lo único cierto y verdadero es que dicha subejecución presupuestaria es imputable al mismo gobierno y en particular a la jerarca del ramo.

Por ahora, dejo enunciados estos problemas que, no son pocos y sí testifican el caos que estamos viviendo, acompañado de discursos faranduleros, por irreales, engañosos e incongruentes, cada miércoles en las poco célebres conferencias de prensa del “rey farandulero”.

En las próximas entregas iré incursionando con más detalle en los principales problemas del país.







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