Quieren aventura los turistas
Carlos Denton [email protected] | Miércoles 25 septiembre, 2024

A los turistas que visitan les encantan los costarricenses; proyectan felicidad y son amistosos. Les deleitan viajar sobre una carretera de lastre o mal pavimentada donde no hay nadie; mejor todavía si aparece un pizote y tienen que frenar para no aplastarlo. Si el viaje incluye la necesidad de vadear un rio mejor todavía. Quieren nadar en un mar donde pudiera aparecer un cocodrilo tomando sol en la orilla.
Les gusta cuando se va la corriente por media hora cuando están en un restaurante. Quieren comer arroz con frijoles, maduros, chicharrón, chifrijo y para los que beben un par de “shots” de guaro les fascina. Quieren caminar por la selva y escuchar a los monos congo en comunicación uno con el otro. Les encanta si en Manuel Antonio un mono les roba la toalla.
¡Quieren aventuras! ¡Quieren algo diferente!
Costa Rica proyecta al visitante una visión de libertad que no la encuentra en su país de origen. Da la idea de que hay poca autoridad y que aquí se puede pasar sin que nadie le va a mandar a obedecer las reglas. Obviamente hay límites, pero para la gran mayoría, personas de clase media, ya automáticamente los mantiene.
El turista que quiere playa bonita con salvavida, arena peinada y limpia debería ir a la Florida o a las costas del Mediterráneo. El que quiere comer en restaurante con estrella de Michelin puede ir al país donde se fabrican las llantas. Al que le gusta que hay mucha policía de tránsito puede ir a California.
Incluso los turistas que llegan a los hoteles de cinco o más estrellas en Papagayo quieren aventura. Salen de esos lugares todos los días para visitar un volcán (si temblara mientras que están mejor todavía), para hacer “zip line” o para bucear en los Murciélagos (hay tiburón toro). Cuidado que el hotel no esté ofreciendo gallo pinto con los desayunos.
Las “aventuras” que vivieron en Costa Rica las cuentan a sus amistades y familiares cuando regresan a casa y el resultado es que ellos quieren venir. Cuando visito a algún país norteamericano siempre oigo “Costa Rica, I really want to go there.” Y no se quieren ir después. Se estima que hay más estadounidenses en el país ilegales que hay costarricenses “mojados” en New Jersey o Carolina del Norte.
Lo que molesta a los nacionales les fascina a los turistas. Un derrumbe en la ruta 32 y espera de cinco horas para que se abre un carril—fantástico. El estado de la carretera entre Limonal y Barranca – chévere. Se poncha una llanta – interesante. Una pareja viajando con dos hijas adolescentes que aparecen con “admiradores” ticos de cuidado, pero lindo. Baile folklórico – bostezo, baile salsa o mejor bachata – increíble.
Para los de la industria turística lo único que les preocupa es que vengan demasiados visitantes, como ocurre en España, y se pierde la espontaneidad. Ya no se encontrarán los visitantes con los costarricenses en ambiente natural. Todo será forzado. No más de 2.5 millones por año, por favor.
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