Reforma fiscal, II parte
Leiner Vargas [email protected] | Martes 23 septiembre, 2014

Si el gobierno recapacita a tiempo, quizás sea posible avanzar hacia una reforma fiscal que permita una economía más justa y solidaria
Reflexiones
Reforma fiscal, II parte
Ha quedado claro, para ilusos y conocedores, que el país no puede esperar dos años para realizar el ajuste fiscal que permita recuperar la senda de la estabilidad y del crecimiento económico.
Las señales de creciente deuda y carga de intereses a PIB en los presupuestos públicos son el principio de una bola de nieve que, de no detenerse, arrastrará las conquistas sociales de la última década y afectará severamente las bases del Estado social, que todos decimos querer preservar y mejorar para el bien de la sociedad costarricense del siglo XXI.
Así las cosas, no todo el gasto social pasado o existente ha sido un desperdicio o está corrompido como han querido asumir unos; ni tampoco la mejora en la eficiencia recaudatoria será la solución mágica al creciente déficit fiscal, como han dicho otros.
La reforma fiscal debe tener componentes mixtos del lado del gasto y del lado de los ingresos. En el primero, se requiere ajustar los disparadores automáticos del gasto que hacen que se eleve más allá de la tasa de inflación y de crecimiento de la economía, factores que deberían ser el límite natural al gasto corriente del Estado.
De igual forma, debe corregirse la espiral salarial y de pensiones, con medidas que ajusten las transferencias públicas a valores que no superen un dígito en la espiral de gasto.
De manera urgente debe corregirse el sistema de evaluación del desempeño y centralizar los mecanismos de rendición de cuentas en una sola institución, MIDEPLAN a mi entender, lo que debería llevar una sola hoja de ruta y de evaluación del desempeño de TODO el sector público.
La asignación de presupuesto debería restringir los componentes históricos y referirse, esencialmente, a las metas de resultados y desempeño de las instituciones públicas.
En materia de ingresos, solo ilusos podrían pensar en recuperar con mejora recaudatoria más allá de un punto porcentual del PIB, pero mientras eso ocurre, el gasto corriente de intereses de la deuda se habrá tragado dos tantos de los nuevos ingresos obtenidos.
Es decir, los ajustes tributarios son urgentes y requieren una reforma fiscal progresiva y con un componente ambiental fuerte. Reformar el sistema de exoneraciones para que sean menos dañinas al ambiente, generando incentivos hacia una economía baja en carbono.
De igual forma, se requiere impulsar el IVA lo más generalizado posible, sin muchas filtraciones y donde sean necesarias, con los mínimos razonables para garantizar la huella tributaria de los actores.
Por el lado de la renta, los impuestos deben ir a una renta global o universal y las tasas a personas y empresas deberían llevarse a niveles similares y dentro de lo posible, favorecer a nuevos emprendedores más que a grandes consorcios empresariales.
Todo lo anterior deberá ir a la par de una lucha feroz contra el contrabando, la elusión fiscal y la evasión tributaria, cáncer del sistema costarricense desde hace muchos años.
Si el gobierno recapacita a tiempo, quizás sea posible avanzar con claridad y compromiso hacia una reforma fiscal que permita una economía más justa y solidaria.
Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com
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