Viene proyecto-país
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 11 mayo, 2012


Viene proyecto-país
La parte más trágica de la delicada coyuntura de hoy en día para Costa Rica es su incapacidad para tomar decisiones y gestar cambios en beneficio del bien común.
Si vemos al país como un sistema, este ha sufrido graves desfases entre su software y su hardware.
El sistema operativo lo constituyen la política y marco legal que le permiten funcionar. Pero existen demasiados parches, contradicciones que finalmente generan un choque de acciones, poderes e instituciones.
Por otra parte, su hardware lo compone la infraestructura productiva, energética y social, que muestra a su vez un intenso deterioro, luego de más de 30 años casi sin inversión.
Ante esto, es lógico que la computadora de nuestra economía, la competitividad, sufra las mayores consecuencias: un peligroso rezago que no permite reducir la pobreza por debajo del 20%, desde hace varias décadas.
¿Cuáles entonces deberían ser las prioridades?
El factor más problemático hoy es la ineficiencia burocrática del Estado. Esto representa un elemento de traba para la generación de nuevas oportunidades. La cultura gubernamental se ha estancado en procurar convenciones colectivas basadas en la permanencia en lugar de los resultados laborales.
Tras la crisis mundial, el elevado déficit fiscal se convierte en la principal amenaza para los burócratas, que si no evolucionan a responder al llamado de eficiencia, perderán los beneficios.
Aun así esto no es suficiente, y el Estado tendrá que zocarse la faja y recortar superficialidades aunque sea contra su voluntad político-electorera.
El segundo factor es la lamentable condición de la infraestructura. Empezando por la productiva: el estado de las calles, la falta de un tren de carga y el lento avance en la modernización de puertos, aeropuertos.
A nivel energético, la lenta ampliación de la base productiva y de grandes obras hidroeléctricas tiene al país contra los cables.
Finalmente, aunque no lo menos importante, la dimensión social. La crisis de la Caja, el deterioro de escuelas públicas, la lejanía universitaria de los problemas nacionales y el desánimo ciudadano hacia la política, son algunos signos del deterioro de los valores centrales de la sociedad costarricense: la dignidad y la solidaridad.
Los resultados son la creciente inseguridad, el crimen, la violencia, la corrupción desde las cúpulas hasta los estratos más bajos.
Para Costa Rica se avecina un proyecto-país. Espero no sea un plato de babas más de recetas importadas, sino un renovado pacto social que permita retomar la luz de esperanza que en el pasado permitió a este pueblo, enfrentar con mística sus propias vicisitudes.
Luis Alberto Muñoz
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