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COLUMNISTAS


Yo no fui, fue Teté

Natiuska Traña [email protected] | Viernes 25 octubre, 2019


Basta abrir el periódico o ver cualquier red social para darnos cuenta de la irresponsabilidad con la que nos estamos manejando como sociedad. No importa que sea el siglo XXI, la Revolución 4.0, el momento donde estamos más conectados, cuando tenemos mayor acceso a la tecnología, servicios, educación, información y no asumimos que, si afectamos a los demás nos afectamos a nosotros mismos.

Mientras estudiantes se tiran a la calle a tomar el frente de una universidad, se capturan sospechosos de explosiones en manifestaciones, hay multitudes de rostros que asustan en el tráfico y muchas más conductas agresivas, parece que a todos se nos olvidó que a fin de cuentas compartimos intereses y necesidades comunes.

La vez pasada, en una sobremesa conversaba sobre el cuerpo humano y cómo los órganos, sistemas y partes están totalmente relacionados para lograr un buen funcionamiento del todo. Si se fractura el dedo gordo del pie, esto no afecta directamente a la mano o el ojo, pero a la larga va a perder el equilibrio y en eso sí se van involucrados la cabeza, los dientes y hasta los ojos si la persona se cae.

En la sociedad pasa igual, no todos somos dedos, pies, ojos, cerebro, corazón y cuanto órgano queramos mencionar, pero para que funcione de manera ordenada, cada uno tiene que hacer y cumplir con lo que mejor le sale.

Lamentablemente, a pesar del avance tecnológico y una que otra enseñanza de gurú de cómo vivir, nos han dicho que todo el trabajo es individual, que la felicidad le corresponde a cada uno y que no hay responsabilidad con los demás. Pero si hacemos un análisis de la política, el estado de la nación, Discovery Chanel y la espiritualidad, pareciera que la felicidad y la responsabilidad no son tan individuales como las pintan.

Los discursos del presidente de turno, el reporte del periodista que le cae mal, el periódico amarillista, el resultado de la lotería, lo que dijo el profesor en clase… Tienen una influencia directa en lo que piensa, en su nivel de felicidad y en su ser individual. ¿Me siguen?

Vivimos un fenómeno donde como sociedad nos creemos aislados de los otros y perdimos la capacidad de aprobación para las personas que tienen diferentes valores, ideas, opciones, creencias y prácticas contrarias a las propias, sin entrar a detallar cuáles son correctas o cuáles no.

Nadie quiere asumir la posición activa y el trabajo colectivo para mejorar el ecosistema social, no podemos seguir esperando que los problemas los resuelvan los otros, cada uno tiene hacer lo que le corresponda, pero trabajando en equipo. Deje de andar creyendo en teorías de la conspiración y en que somos títeres de los que están en el poder.

Empiece por asumir y dar la cara, cada cosa que usted hace le suma al resultado de lo que tanto no le gusta. Que no sea hasta el siglo XXII que se pueda decir: “Yo fui, hoy Teté no vino”.


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